Proyectar en la costa implica atender a la condición de límite. Si tuvieramos que definir la condición más propia de la incierta línea de costa que separa agua y tierra deberíamos referirnos al permanente proceso de cambio a que está sometida. Actuaremos más que como quien construye un edificio, como si trazáramos un accidente geográfico artificial. Se trata pues de adaptar la traza volumétrica del nuevo edificio al entorno que se nos ofrece. Surge así un volumen camuflado en la colina que mediante el plegado artificial de varias plataformas se adapta a la topografía del lugar. Entre dos suelos, el proyecto se va generando como si de un estrato más del terreno se tratase. Una arquitectura de suelos, una arquitectura hecha desde el interior hacia el exterior, en definitiva una arquitectura de superficies solapadas: “suelos sobre otros suelos”. Topografía natural del terreno como manifestación de una posible geografía artificial.